La biblioteca de Alejandría
La biblioteca, memoria de la Antigüedad A principios del s. III a.C., Tolomeo I Sóter funda el museo y la biblioteca. Alejandría se convertirá, a partir de entonces, en el gran mercado del libro del mundo antiguo. La expansión de la biblioteca estuvo ligada al uso que los egipcios hacían desde mucho tiempo atrás del papiro, un antecedente del papel. En la corte real, numerosos escribas, sucesores de los escribas sacerdotales del Egipto antiguo, transcribían los textos grabados sobre los monumentos o sobre tablillas de tierra cocida. Incorporados al ejército de Alejandro y de sus sucesores, algunos de ellos prosiguieron dicha tarea en los países más lejanos. Los documentos así reunidos vinieron a constituir el fondo de la biblioteca de Alejandría. Gracias a aquel trabajo, algunos textos antiguos han podido llegar hasta nosotros, pues, si bien la biblioteca fue destruida (voluntariamente o no) por César, ciertos papiros, metidos en jarrones o enterrados en la arena por sus propietarios, fueron encontrados en el transcurso de las grandes excavaciones emprendidas en el s. XIX. Las fibras del papiro se deterioran, desde luego, a causa de la humedad, por lo que debemos agradecer su supervivencia a la arena de Egipto.
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