La caída de Constantinopla: el fin de un mundo
La reconquista bizantina A pesar de las numerosas dificultades con la aristocracia militar, el yerno de Alejo III Comneno, Teodoro Lascaris, sabe aprovechar las desventuras de los francos y sus derrotas frente a los búlgaros para reinstalar el poder imperial en Nicea, Anatolia. Proclamado emperador en esa ciudad en 1208, dos años después consigue aplastar a los turcos selyúcidas. Su yerno, Juan Vatatzés, prosigue la obra de reconquista en Asia Menor, Tracia, Macedonia y las islas del Dodecaneso. En 1259, el emperador Miguel Paleólogo aniquila en Pelagonia, Macedonia, a una coalición de normandos, francos y servios -inquietos por el resurgimiento bizantino- y cuando, para sorpresa de todos, un pequeño ejército griego vuelve a ocupar Constantinopla, la decadencia de principios de siglo no constituye más que una peripecia desagradable, pero efímera, en la historia del Imperio eterno.
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