Los antibióticos, arma contra las infecciones
De las sulfamidas a los antibióticos En 1929, el bacteriólogo inglés Alexander Fleming observó que, en una placa de Petri donde cultivaba estafilococos, las bacterias vecinas a un moho que se había desarrollado accidentalmente estaban muertas. Seguro de estar ante un nuevo medio de luchar contra la infección, que hasta entonces se combatía gracias a preparados químicos sintetizados —las sulfamidas—, logró obtener un «jugo de moho» poco tóxico y extremadamente bactericida. Debido a que los hongos microscópicos pertenecían al género penicillium, el nuevo medicamento recibió el nombre de penicilina. Sin embargo, con los instrumentos de que en la época disponía, Fleming no logró extraer el antibiótico del filtrado bruto. Hasta que, por fin, en 1940, un equipo de investigadores británicos (Florey, Chain y Heatley) pudo aislar la penicilina, y en los siguientes años se desarrolló su fabricación industrial en Estados Unidos. Desde entonces se han aislado u obtenido por síntesis numerosos antibióticos.
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