CAPÍTULO 4. Terminología relativa a la nobleza
I. Consul, princeps, imperator, dux, comes, miles La mayor parte de los términos que hacen alusión a los poderosos son de origen romano, como consul, princeps, imperator, dux, que continuaron utilizándose durante los siglos centrales de la Edad Media. En la documentación leonesa se empleó en escasas ocasiones el término consul, que en época clásica tenía atribuciones políticas, jurídicas, administrativas y militares. Parece que en los siglos plenomedievales pervivió esa acepción. Fueron pocos los individuos que recibieron esta calificación, que siempre es atribuida a los grandes magnates de la corte, aunque se utilizó con poca frecuencia. Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX solo los condes Pedro Alfonso, Ponce de Cabrera y Froila Ramírez fueron denominados cónsules.[4] La voz princeps se registra en la documentación formando parte de la expresión princeps terrae,[5] con la que se denominaban, de manera genérica, a quienes ejercían el poder en un determinado territorio. El princeps terrae tenía atribuciones jurídico-administrativas, y solía poseer un importante patrimonio en la tierra que gobernaba; además de tener un gran poder, delegado del rey, sobre su circunscripción. El término además tenía una fuerte connotación militar. Se empleó en escasas ocasiones, aunque siempre para denominar a algunos de los poderosos dignatarios que constituían el círculo más próximo al monarca, como el conde Ponce de Cabrera, príncipe de Zamora;[6] el conde de Urgel, príncipe de Toroño,[7] y Gómez González, príncipe de Galicia y Trastámara.[8] Asimismo, el propio Fernando II se intituló princeps Galletiae en numerosas ocasiones durante los primeros años de su reinado.[9] Leontina Ventura afirma que el uso de esta denominación se debe a una delimitación del ejercicio del poder en una determinada zona geográfica del reino. Los distintos modos de empleo del vocablo dejan clara la jerarquía política desde el señor de un territorio, al dignatario de la corte, y a quien está al frente del reino. Sin embargo, a pesar de que es utilizado para definir realidades diferentes, en todas ellas el príncipe es el señor superior, el que ostenta mayor poder en el territorio asignado. Pero el vocablo con una connotación militar más clara fue dux, que se empleó con cierta asiduidad en la documentación leonesa. En la sociedad medieval la guerra era un elemento constante y representaba la principal función de la nobleza. A pesar de que hasta los tiempos de Alfonso VII el vocablo se utilizó para denominar a aquellos magnates que estaban al frente de los condados fronterizos, parece que durante los reinados de Fernando II y su hijo prevaleció la connotación militar, pues siempre aparece en contextos con tintes bélicos. El propio Fernando II se intitularía dux para destacar su poderío militar frente a los reinos vecinos.[10] Asimismo, algunos magnates lo usaron vinculándolo siempre a su función en la hueste, como Bernardo Roco duci et signifero.[11] Origen latino tenía también el término comes, muy habitual en la documentación altomedieval y durante la segunda mitad del siglo XII. La dignidad condal no estaba en relación con un determinado territorio, sino que era el monarca quien otorgaba este reconocimiento a ciertos magnates, convirtiéndolos así en los principales del reino, más cercanos al poder regio. En el período que estamos analizando se aprecia una drástica disminución en la concesión de la dignidad condal y, por lo tanto, del empleo del término. Si bien Fernando II comenzó su reinado rodeado de condes: Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso, Ponce de Cabrera, Fernando Pérez de Traba, etcétera, su hijo, Alfonso IX, solo concedió el título condal a Fernando Ponce, Froila Ramírez y el conde Gómez González; podría decirse que estos fueron los últimos condes de León. Mattoso ha afirmado que el término miles hace referencia, en la mayor parte de las ocasiones, a individuos nobles, aunque, en realidad, podría establecerse una larga escala jerárquica entre los individuos a los que se otorga esta denominación.[12] En las fuentes leonesas se registran diferentes expresiones que dejan ver la jerarquización dentro de este grupo. Así, en el entorno regio se documentan algunos individuos denominados milite curialisimi,[13] como el ayo de Alfonso IX, Juan Arias, que es llamado así por su esposa doña Urraca. Don Juan no alcanzó la dignidad condal, pero fue uno de los personajes de mayor confianza de Fernando II, que lo denomina vassallo meo, familiare et amico.[14] Asimismo, se registra la presencia de otros milites que, probablemente, no desempeñaron una función política, sino una actividad militar, como Gonzalo Menéndez y Gonzalo Rodríguez, a quienes Fernando II recompensó los servicios prestados con importantes donaciones de bienes.[15]
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