Capítulo XI. Escena segunda y vigésima quinta de la pieza de teatro chino llamada la dama que engañada por un diablo elegante quiso comprarle al viento la perdiz que hablaba o la verdadera historia de un mandarín que por no gastar quedó cornudo
Esta breve pieza incluida en el apéndice del relato Cuando el viejo Sinbad vuelva a las islas en 1961, queda perfectamente resumida en su larguísimo título. Su inclusión en el apéndice del relato, la exclusión de sus protagonistas del Indice Onomástico final de la narración, tal vez tenga su razón de ser en la escasa hilazón estructural y temática que le une a la novela que la contiene. Sinbad, el viejo marinero, volvió a las islas para ahuyentar sus nostalgias con el relato de sus prodigiosas aventuras en los mares de oriente. El relato de la pieza teatral es fruto de la promesa que el marinero hiciera al más incondicional de sus oyentes: el ciego Abdalá, que absorto escuchaba la narración de cómo Sinbad había pescado los peces papagayos, animales parlantes. Y fue que estando probando: Un corcho con plumas que usaba para medir la corriente maldiva, (vio) que salían alrededor del corcho las vejiguitas de las palabras de dos peces papagayos, que estarían por allí...
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