El arte clásico de la primera época (480-450 a.C.)
Escultura. Generalidades La invasión de Grecia por los ejércitos persas y las luchas que los griegos tuvieron que sostener para librarse del agresor ocasionaron la ruina de muchos monumentos arcaicos y, sobre todo, la destrucción de Atenas y de su Acrópolis. Mas tan pronto como el peligro fue conjurado y la magnitud de la proeza hizo pensar a los griegos que los dioses habían sido los verdaderos artífices de la victoria en aquella lucha entre fuerzas tan desiguales, se inicia en todas partes una febril actividad constructiva, y al cabo de pocos años los santuarios de los dioses y la Hélade, en general, adquieren una nueva fisonomía. Durante esta etapa de reconstrucción desaparecen los últimos vestigios del arcaísmo, que ya había venido debilitándose en los años anteriores a la guerra, y las nuevas estatuas, del mismo modo que los nuevos templos, presentan ya la familiar fisonomía del estilo clásico. En la época que ahora se inicia florecen artistas de alto renombre —Polignoto, Kálamis, Mirón— y en ella se forman Policleto y Fidias, los principales artífices de lo clásico. Como es natural, entre la primera y la segunda generación existen notables diferencias, todas las que podrían esperarse de un arte que evoluciona constantemente depurando sus temas predilectos; pero esto no autoriza a denominar al primero «arte de transición» y al segundo «arte clásico», como si aquél no tuviera otra razón de ser que el haber servido de precedente a lo que más tarde había de seguirle. El arte clásico preliminar no selecciona los múltiples aspectos de la realidad con un criterio tan estricto como el del arte clásico de la segunda mitad del siglo V a. C.; hay veces, incluso, en que revela un interés tal por la realidad cruda, que ha llegado a pensarse si las tendencias del arte helenístico no se habrían manifestado mucho antes, de no haberlo impedido Fidias y Policleto con su riguroso sistema selectivo. Los retratos de aquella época, como el de Aristogeiton (figura 86) o el de Temístocles, se acercan más al parecido individual que los ideales retratos de la plenitud de lo clásico, y otro tanto podría decirse de las expresiones de dolor intenso o de júbilo exaltado que el arte posterior suaviza para someterlas a su módulo de serenidad en toda expresión. Cuando se repara en estas tendencias iniciales resulta que el arte clásico más depurado no es tanto la expresión del alma griega colectiva, como la de una minoría selecta, dirigida primero por Polignoto y más tarde por Fidias y Policleto.
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