La imagen y las palabras
Grabadores, poetas y críticos Figura 87. Luis Garrido, cartel de la exposición en la galería Quixote, febrero de 1963. El mensaje crítico de Estampa Popular era ya tenido en cuenta por la crítica e iba ganando adeptos entre los intelectuales progresistas. El reconocimiento vino dado no sólo por los años de actividad de los grupos, que habrían permitido que los conociera un número mayor de personas, sino también por la combinación de imágenes y texto que se había ido verificando tanto en la ilustración de publicaciones como en los actos literarios, las charlas y los debates programados con motivo de las muestras. Esto posibilitó una mayor eficacia y concreción comunicativa. Si el año anterior había sido el momento en que Estampa Popular había comenzado a realizar exposiciones colectivas y a difundir su trabajo en el extranjero, 1963 supuso su presentación más sonada en la capital. Ésta tuvo lugar del 9 al 28 de febrero de 1963 en los amplios locales de la galería Quixote que se hallaba en la plaza de España. Participaron en ella los mismos artistas que habían expuesto en la galería Epona representando a los grupos de Madrid, Córdoba, Sevilla y Vizcaya. Al mismo tiempo se mostraban en la misma sala varias pinturas de Ramón de Zubiaurre. Mientras tanto, tenían lugar varias exposiciones de grabado en la ciudad: Carmen Arozena (que falleció el 16 de febrero de ese año) exponía en Abril; paralelamente, en el Instituto de Cultura Hispánica se podían ver grabados de brasil;[1] al mismo tiempo, en la Sala de la Dirección General de bellas Artes tenía lugar el XII Salón del Grabado y, finalmente, en la galería Neblí había estado, hasta finales de enero, la obra de César Olmos. El grabado inundaba pues la capital en distintas versiones. La exposición de Estampa Popular tenía que ver con la línea expositiva que había seguido la galería. Quixote había apostado por los artistas figurativos[2] y por apoyar la obra múltiple. Así, en la sala no sólo se exponían las estampas sino que, más allá de la duración de la exhibición, se tenían en permanencia obras de algunos artistas y grupos. Era el caso de Estampa Popular que, de esta manera, ampliaba el periodo y las posibilidades de venta de su trabajo.[3] A juzgar por las fotografías[4] y las descripciones de otras muestras, fue una de las ocasiones en las que los grabadores dispusieron de más espacio para mostrar su obra. También fue una de las exhibiciones con una duración más larga y con un impacto en la crítica más importante. El cartel anunciador era una estampa de Luis Garrido que, por cierto, ya había servido en la muestra de la sala Sur de Santander [Figura 87]. Sus tapices habían podido verse justo antes en la misma galería, en diciembre de 1962.[5] En la organización de la exposición tuvo un papel importante Manuel Calvo,[6] que se ocupó también de algunos aspectos burocráticos en la misma. La mayoría de las estampas valían 500 pesetas y los artistas asumieron todos los gastos (catálogos, marcos, cristales, invitaciones y hasta limpieza) aunque no parece que hubiera gastos de alquiler de sala.[7] En los documentos de los que disponemos se encuentra un indicio de colaboración y solidaridad grupal ya que, entre todos, pagaron la parte que correspondía al montaje de las obras de Cristóbal, Ibarrola, Dapena, Mesa y Ortega. Aparentemente se trataba de los artistas que tenían algún problema con la autoridad: Ibarrola y Dapena estaban en la cárcel, Ortega estaba exiliado y Cristóbal y Mesa militaban en el PCE, el primero había participado en el último Congreso de la Juventud de Helsinki y el segundo estaba desempeñando una labor cada vez más comprometida dentro del Partido. No constaba, en cambio, la parte correspondiente a José Duarte, al que sí encontramos en el catálogo de la exposición. Quizá el artista se incorporó más tarde o quizá expuso muy poca obra. Aunque no hay fechas indicativas, difícilmente podría tratarse de documentos de cuentas de otra exposición, la nómina de artistas no se corresponde con ninguna otra. En el dorso de algunas hojas hay una lista con aquellas personas a quienes se envió información de la exposición. La mayoría eran direcciones del extranjero (Italia, Francia y Alemania) lo cual nos da una idea de los contactos e intereses en el exterior del grupo. Entre ellos se encontraban artistas como Renato Gutusso, la secretaría de la AICA, la galería Epona, John y Vera Russell, las revistas Vértice y tendenzen, varios representantes de periódicos... Al margen de su impacto en España, en estos momentos Estampa Popular estaba buscando una serie de apoyos en el exterior a través de los que difundir su forma de ver la realidad del franquismo. Por otra parte, con motivo de esta exposición se programó uno de los actos literarios más ambiciosos de los que tenemos noticia en relación con las muestras de Estampa Popular. El 23 de febrero, uno de los últimos días de la exposición, estaba prevista una lectura de poesía a la que debían de acudir algunos de los más importantes representantes de la literatura social del momento: Gabriel Celaya, Ángel Crespo, Gabino-Alejandro Carriedo, Caballero-bonald, Ángel González, Pacheco, Julián Marcos, Carlos Álvarez, José Esteban, Antonio Leyva y José García blanco. Se trataba de participantes habituales en las conferencias, los debates y las lecturas en el marco de las exposiciones realizadas hasta entonces, pero era la primera vez que se reunían todos ellos en una convocatoria a la lectura de ese tipo [Figura 88]. Esto suponía una interesante conjunción de texto e imagen de la estética del realismo social español. Las mil palabras a las que equivalía una imagen, la indefinición e inconcreción a que se había podido dar lugar, por ejemplo, al obligar al Grupo Sevilla a exponer las obras sin título en su primera exhibición, eran conscientemente evitadas con semejante colaboración. Una intención similar tenía la inclusión de texto en algunas obras, como podían ser las citas de Miguel Hernández o blas de Otero, las carpetas de estampas realizadas en colaboración con poetas o las frases explicativas de algunas estampas (como el Por decir lo que pensaba de Manuel Calvo, o el Pan, tierra y libertad de Ortega). Con la lectura en el marco de la exposición en Quixote se estaba refrendando la orientación ideológica de un grupo, se afirmaba el número de los intelectuales implicados en una forma de pensar semejante y se estaba proponiendo un modelo de colaboración y complementariedad de las artes. Pero la lectura no pudo llevarse a cabo. Al igual que la publicación de los Canti della Nuova Resistenza Spagnola 1939-1961 por Einaudi que había motivado críticas y hasta reclamaciones diplomáticas desde principios de 1963,[8] también en este caso las prevenciones contra la palabra (escrita, leída o cantada) volvían a evidenciarse. El acto fue suspendido por orden gubernativa en el momento de hacerse público.[9] Probablemente gracias a esta prohibición Estampa Popular ganó el dudoso privilegio de ser incluida en un documento algo más extenso en la Oficina de Enlace. Éste se encuentra en un conjunto de escritos con la fecha general de 1969, sin embargo, creemos que la base de todo ello se encuentra en la información recabada con motivo del cierre de la exposición de 1963 en Quixote. La nómina de componentes que se maneja en estos documentos generados por la oficialidad se corresponde con los intelectuales que habían de participar en esa muestra y en su correspondiente lectura. Esta documentación fue incluida en los dossieres de todos aquellos que se consideraba integrantes del grupo (aunque algunos, en realidad, no lo eran).[10] Así se definía a Estampa Popular en este documento: «Este grupo, que no tiene la categoría de asociación legal, está formado por pintores, escritores y poetas de signo comunista o filocomunista y en todo caso enemigos declarados del Régimen.
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