Un arte para la clase media
La red se extiende Figura 93. Programa de mano, desplegado, de la I Exposición Nacional de Estampa Popular, L’Hospitalet de Llobregat, mayo de 1966. El año 1964 marcó un punto de inflexión en la vida de Estampa Popular. La desaparición de algunos grupos y el nacimiento de otros favoreció que se repensara la experiencia anterior. Este momento coincidía con las grandes disputas en el seno del PCE que condujeron a la expulsión de Claudín, Semprún y Vicens del Partido en 1965. La evidencia de los cambios que se habían producido en la sociedad así como el conocimiento de nuevas propuestas artísticas (como el Pop, que se había podido ver en la exposición Arte de América y España, ese mismo año) y teóricas, urgieron el replanteamiento de lo que se había hecho hasta entonces. Entre otras muchas cosas, se observó la necesidad de determinar a qué público se dirigía el trabajo de los grabadores y cuál era la mejor manera de llegar a él. Mientras que unos trataron de acercarse al pueblo sacrificando toda participación en ámbitos culturales tradicionales; otros apostaron por un público distinto, perteneciente a las clases medias y universitarias, aquél que ya antes se había interesado por su obra. El nacimiento de Estampa Popular de Valencia supuso el trenzado de distintos grupos de amigos, compañeros y conocidos. Joan Antoni Toledo señalaba acertadamente los tres núcleos protagonistas de esta confluencia: por un lado, las tertulias en torno a los críticos, por otro, los contactos con los valencianos afincados en Madrid (Francisco Álvarez y Ricardo Zamorano) y, por otro más, las relaciones con Ortega. Además, también destacaba la relevancia de la celebración de España Libre como punto de unión de todos estos elementos: «Las primeras reuniones preparatorias de lo que fue Estampa Popular las hicimos en el estudio de Manolo Valdés, en la calle Doctor Sumís, de Valencia. Nos reuníamos cada quince días aproximadamente, en una especie de seminario sobre arte en general, cuyos teóricos eran Tomás Lloréns y Valeriano bozal,[1] que venía adrede de Madrid. Había también nuestros contactos con Paco Álvarez y con Ricardo Zamorano; y los de Anzo y Aguilera con Pepe Ortega.
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