El extraordinario incremento de la población mundial durante el siglo XX, unido al creciente abandono de extensas zonas agrícolas por desplazamiento de la mano de obra a los grandes centros industriales, ha exigido de las explotaciones agrícolas la obtención de máximos rendimientos para proporcionar recursos a la población. Al mismo tiempo, el alto nivel de vida de muchos países desarrollados exigía productos de calidad y una presentación más cuidada. Estos factores, junto con los grandes intereses económicos puestos en juego, requirieron el uso masivo de fertilizantes sintéticos, para lograr grandes rendimientos agrícolas, y también de una extensa gama de productos pesticidas para proteger las cosechas de las enfermedades y parásitos más activos. El uso indiscriminado de estos productos, en muchas ocasiones sin el adecuado asesoramiento técnico y sanitario, ha conducido a situaciones preocupantes, especialmente en países de elevado nivel tecnológico agrícola....