Brenda : 8

Brenda : 8Rayos dorados de Eduardo Acevedo Díaz En la mañana siguiente, entre risueño y pensativo, el joven tomó asiento en su carruaje, que le esperaba en el sitio designado. Pensativo, decimos, porque las impresiones de la noche, en su sentir, diferían un poco de tantas otras análogas por él experimentadas, y de las que no había conservado muy prolija memoria. Era ya esto un motivo de preocupación; ciertas aventuras suelen concluir en drama. En sus gustos -según él los calificaba-, había consultado siempre la «variedad» sin comprometer la energía de sus pasiones en luchas decisivas, aun cuando fuera de su agrado consumir en su misma raíz las ajenas, por completo. Conservarse entero, conmover, sin sentir fuertes emociones en realidad, importaba una resolución de conciencia difícil de sufrir quebranto. Creía garantirse o por lo menos preservarse, con su segunda educación, de las...

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