Don Segundo Sombra: 26
Don Segundo Sombra: XXVI de Ricardo Güiraldes Tanto las yeguas como los caballos viejos, olfatearon el camino de la querencia. Yo también sentía contenidamente esa aproximación a mis pagos, de donde tan desplumado y dolorido había salido, jurando en mi interior no volver. Pago es patria chica y, por más que nos independicemos, nos quedan metidos dentro cuñas de goce o de dolor ya, hechos carne con el tiempo. Sin querer apurar el galope, llegamos esa noche a Luján. Al día siguiente, partimos y mis ojos empezaron a acostarse en lo conocido, como en un sueño evocado de intento. El olor particular de los pastos y de algún arroyo, se me metían en el pecho como en su casa. Hicimos noche en la pulpería de «La Blanqueada» ¡qué de recuerdos! donde el pulpero nos agasajó, sin dejar de decirme al fin, palmoteándome las espaldas: -Y ahora estoy yo a tu disposición, pa que saqués de mi casa lo que quieras, y me pagués enseguidita como yo te pagaba los bagres. ¡Muy bien!...
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