El conde de Montecristo: 4-07

El conde de MontecristoCuarta parte: El mayor CavalcantiCapítulo 7 de Alejandro Dumas Capítulo séptimoLa promesa Era Morrel, en efecto, que, desde la víspera, no vivía ya; con ese instinto particular de los amantes y de las madres, había adivinado que, a consecuencia de la vuelta de la señora de Saint-Merán y de la muerte del marqués, iba a ocurrir algo en casa de Villefort que afectaría a su amor. Como se verá, sus presentimientos se habían realizado, y ya no era una simple inquietud lo que le llevó tan preocupado y tembloroso a la valla. Pero Valentina no estaba prevenida de la visita de Morrel; no era aquella la hora en que solía venir, y fue una pura casualidad, o si se quiere mejor, una feliz simpatía la que le condujo al jardín. En cuanto se presentó en él, Morrel la llamó; ella corrió a la valla. -¿Vos a esta hora? -dijo. -Sí, pobre amiga mía -respondió Morrel-; vengo a traer y a buscar malas noticias. -¡Esta es la casa de la desgracia! -dijo...

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