El doctor Centeno: 38
El doctor Centeno Tomo II de Benito Pérez Galdós Principio del fin : I Oída la sentencia, se quedó el manchego un tanto perplejo y triste. Después de larga pausa, abrió meditabundo el cajón de la cómoda, donde guardaba su tesoro, sacó los estos de él, contó... ¡Tristísimo caso!, ¡del pingüe caudal que le diera su tía no le quedaba ya cantidad suficiente para liquidar cuentas con Virginia! ¡Qué lastimosas sorpresas ofrece el destino a los hombres ricos!... ¿Pero por qué había de acobardarse? ¿Por ventura el crédito no equivale a dinero? Alejandro tenía crédito, y al punto, en caso tan apurado, iba a hacer uso de él. Salió con prisa, volvió más tarde con dos mil realejos muy bonitos en cuatro billetes de a quinientos. No necesitaba tanto; pero bueno era estar preparado para las contingencias de un cambio de domicilio. Hay días terribles, hay horas que debían ser borradas de la tabla del tiempo. ¡Por dónde se le antojó aquella tarde al bueno...
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