El nido de cisnes
El nido de cisnes de Hans Christian Andersen Entre los mares Báltico y del Norte hay un antiguo nido de cisnes: se llama Dinamarca. En él nacieron y siguen naciendo cisnes que jamás morirán. En tiempos remotos, una bandada de estas aves voló, por encima de los Alpes, hasta las verdes llanuras de Milán; aquella bandada de cisnes recibió el nombre de longobardos. Otra, de brillante plumaje y ojos que reflejaban la lealtad, se dirigió a Bizancio, donde se sentó en el trono imperial y extendió sus amplias alas blancas a modo de escudo, para protegerlo. Fueron los varingos. En la costa de Francia resonó un grito de espanto ante la presencia de los cisnes sanguinarios, que llegaban con fuego bajo las alas, y el pueblo rogaba: -¡Dios nos libre de los salvajes normandos! Sobre el verde césped de Inglaterra se posó el cisne danés, con triple corona real sobre la cabeza y extendiendo sobre el país el cetro de oro. Los paganos de la costa de Pomerania hincaron la rodilla, y...
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