El Príncipe y el mendigo : 27

17/03/2011 4.714 Palabras

El Príncipe y el mendigoCapítulo XXVIIEn la cárcel de Mark Twain Como todos los calabozos estaban ocupados, los dos amigos fueron encadenados en un gran aposento, donde se custodiaba a las personas acusadas de delitos de menor cuantía. Tenían compañía, porque había allí unos veinte presos, con esposas y grilletes, de uno y otro sexo y diversas edades, que formaban un grupo obsceno y ruidoso. El rey se lamentaba amargamente de la indignidad a que se veía sometida su realeza, pero Hendon estaba sombrío y taciturno, pues se hallaba del todo aturdido. Había llegado a su hogar como un hijo pródigo, jubiloso, con la esperanza de hallar a todo el mundo enloquecido de alegría por su retorno, y en vez de ello no encontraba más que indiferencia y una cárcel. La esperanza y la realidad eran tan distintas que su contraste abrumaba a Hendon, el cual no podía decir si era trágico o grotesco. Sentíase como un hombre que hubiera, danzado alegremente al aire libre en espera de...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info