Exhortación (Balart)
Sus mejores versos Exhortación de Federico Balart El sol de nuestra vida desde su alegre aurora palidece, y su antorcha encendida rayo a rayo decrece, hasta que en el ocaso desparece. ¡Placer, amor, belleza (frutos precoces que jamás maduran), honor, gloria, riqueza, cuando mejor fulguran, destellos son no más que un punto duran! No pongas tu esperanza jamás en tan efímeros trofeos, y, con mayor pujanza, a más altos empleos encamina tu audacia y tus deseos. Nunca pechos honrados con aplausos humanos se enardecen: los laureles sagrados que eternos reverdecen al otro lado de la tumba crecen. Allí la soberana luz del Supremo Bien pura destella, y la gloria mundana parece, a la par de ella, lo que a la par del sol pálida estrella. Mas, si gozarla quieres, con incesante afán trabaja y suda: no esperes ¡ay! no esperes que a tu codicia ruda sin labor ni semilla el campo acuda. Los inquietos cuidados, los duros sacrificios, los desvelos en el bien empleados, los férvidos...
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