Gloria: 68
Gloria Segunda parte - Capítulo XXIX de Benito Pérez Galdós El catecúmeno El Sábado Santo ofició Su Eminencia en la Abadía, celebrando las hermosas ceremonias de la bendición del agua y el fuego. Después fue a su casa rodeado de inmenso pueblo, y comió con toda la familia y con el cura, a quien no cesaba de felicitar por su sermón de la Soledad predicado en la tarde del día anterior. El buen Romero, empleando las figuras más patéticas, dando realce a las ideas por medio de la expresión, del dramático gesto, de las inflexiones vocales, había hecho llorar a todo el auditorio. Cuando dirigió la palabra a la propia imagen de la Soledad, diciéndole: «Señora, ¿dónde está vuestro amado Hijo?» un estremecimiento de compasión corría por toda la iglesia de alma en alma, y aquel mar se alborotaba con olas de congojas y vientecillo de suspiros. Después de la comida, pasó algún tiempo dedicado a conversación grata sobre diferentes asuntos, y D. Silvestre...
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