Grito de gloria : 22
Grito de gloria : 22 de Eduardo Acevedo Díaz Desde aquel día que se efectuó la salida de las tropas, Natalia había experimentado diversas impresiones. En ese día nada percibió que le interesase vivamente, desde el mirador. Sintió detonaciones lejanas que podían confundirse con las que resonaban en la línea; vio regresar la columna descubridora, sin un solo prisionero, como se divulgó poco después; oyó hablar de un choque sin importancia en las avanzadas, y seguirse a estos sucesos la monotonía de las plazas fuertes con sus bandos conminatorios, sus clarinadas continuas y sus retretas tristes a la hora de queda. En los días siguientes, estruendos sordos, movimiento de tropas, destacamentos que salían a ocupar puestos fortificados a regular distancia de los muros para asegurar víveres y forrajes. La situación de fuerza oprimía como un collarín las gargantas. Sólo estaba en actividad...
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