I. Nace la Cuenta-mundo

El maestro trotamundos

Fue su padre don Jerónimo Godoy Villanueva, un maestro de primaria sin empleo de la vecina aldea de Montegrande, y su madre, la viuda Petronila Alcayaga de Molina, con una hija, llamada Emelina, adolescente. Parece que el padre era más aficionado a los vinos de la tierra, a las cuchipandas con los amigos y a los festejos y jolgorios, que al hogar. Los biógrafos de Gabriela Mistral dicen que también era algo poeta y que, con motivo del nacimiento de la pequeña Lucila, compuso una canción. Lo fundamental en él eran la ligereza, los amoríos y el vagabundeo. Desaparecía y reaparecía cuando bien le venía, y sin darle ninguna importancia. «De cuando en cuando —escribe Lautaro Silva— reaparecía. Saludaba a todos, como si nada ocurriera, mostrábase bromista, alegre y, de pronto, un día cualquiera, sin explicaciones, tornaba a partir. Hasta que no volvió.» Esto ocurrió cuando Lucila tenía tres años. A partir de entonces, la madre, que era mujer de escasas letras, pues apenas sabía escribir, pero de carácter tenaz y fuerte de espíritu, tuvo que arreglárselas sola, con la ayuda que proporcionaba a la casa la hija de su primer matrimonio, Emelina, que ya ejercía de maestra de primaria.

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