La Divina Comedia: El Paraíso: Canto XXXIII
La Divina Comedia
El Paraíso: Canto XXXIII
de Dante Alighieri
Virgen Madre, hija de tu hijo,
humilde y alta más que otra criatura,
término fijo del consejo eterno,
tú eres quien la humana natura
ennobleció tanto, que su hacedor
no desdeñó hacerse su hechura.
En tu vientre se reencendió el amor,
a cuyo calor en la eterna paz
ha germinado así esta flor.
Para nosotros eres aquí meridiana faz
de caridad, y abajo, entre los mortales,
eres de la esperanza fuente vivaz.
Señora, eres tan grande y tanto vales,
que quien quiere gracia y a ti no se acoge,
su deseo quiere que sin alas vuele.
Tu benignidad no sólo socorre
a quien demanda, mas muchas veces
liberal al demandar precede.
En ti misericordia, en ti piedad,
en ti magnificencia, en ti se aduna
cuanto en la criatura hay de bondad.
Ahora, este, que de la ínfima laguna
del universo hasta aquí ha visto
las vidas espirituales una a una,
te suplica, por gracia, de virtud
tanta, que pueda con los ojos alzarse
más...
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