La prez en el surco
Ya sabéis la historia de San Isidro Labrador. Pero yo quiero documentárosla con alguna anécdota bien comprobada. San Isidro era un humildísimo siervo de Dios y un criado leal de un caballero matritense que poseía tierras en una y otra parte de las riberas del río Manzanares. San Isidro no tenía otra misión que la de levantarse antes de que el sol apareciese. Salir de su casucha, situada en los que ahora se nombran barrios bajos de Madrid, esto es, entre la calle de Embajadores y la de Toledo. Aparejaba sus bueyes, uncíalos al guión del arado y marchaba en demanda de su trabajo. Conocida es la leyenda de que una tarde San Isidro sintió su alma henchida de amor a Dios. Quiso rezar. Rezó. Ya sabía el Santo que mientras él rezaba iban a holgar los bueyes. Pero fue asombro del labriego, el ver que los bueyes seguían arando, y que la reja entraba en tierra, aún más firme que antes, abriendo los lomillos del surco. Interrumpió San Isidro la oración, y vio que iba guiando...
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