Las manos (Carriego)
Las manos de Evaristo Carriego A todas las evoco. Pensativas, cual si tuvieran alma, yo las veo pasar, como teorías que viniesen en las estancias líricas de un verso. Las buenas, las cordiales, generosas madrecitas de olvidos en los duelos, las buenas, las cordiales, que ya nunca las volvimos a ver, ni en el recuerdo. Las manos enigmáticas, las manos con vagos exotismos de misterio, que ocultan, como en libros invisibles, las fórmulas vedadas del secreto. Las manos que coronan los designios, las manos vencedoras del silencio, en las que sueña, a veces, derrotado, un tardío laurel de luz el genio. Las pálidas, con sangre de azucenas, violadas por los duendes de los besos, que vi una vez, nerviosas, deslizarse sobre la gama azul de un florilegio. Las manos graves de las novias muertas, rígidas desposadas de los féretros, leves hostias de ritos amatorios que ya nunca jamás comulgaremos; Esas manos inmóviles y extrañas, que se petrificaron en el pecho como una...
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