Memorias de la casa de los muertos. Cap II - Los castigos corporales
Los doctores visitaban la sala por la mañana. A cosa de las once aparecían todos juntos, acompañando al médico en jefe. Hora y media antes el nuestro hacía su visita reglamentaria. Era muy joven, afable y apuesto, ducho en su ciencia y queridísimo de los reclusos. No le encontraban más que un defecto: “demasiado amable”. Efectivamente era poco comunicativo y hasta parecía confuso ante nosotros; se le demudaba el rostro o enrojecía como la grana a la menor reclamación de los enfermos. Creo que hubiera consentido en recetar a los pacientes las medicinas que éstos le indicaran; por lo demás, era una excelente persona. Muchos médicos gozan en Rusia del afecto y del respeto del pueblo, y muy justamente, según he podido observar. Sé que mis palabras parecerán a muchos una paradoja, sobre todo si se considera la desconfianza con que este mismo pueblo mira la medicina y en específico a los extranjeros. Prefiere, en efecto, aun en las enfermedades más graves, dirigirse a...
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