Memorias de la casa de los muertos. Cap IV - Sobre el mismo asunto
Nos contaron una vez más, cerraron luego las puertas de las cuadras, cada una con un candado especial, y quedamos recluidos hasta el siguiente día. La revista solía pasarla un sargento acompañado de dos soldados. Cuando, incidentalmente, asistía algún oficial, los reclusos formábamos en el patio; pero de ordinario se pasaba lista, o nos contaban, mejor dicho, en las mismas salas. Si los soldados se equivocaban, como solía ocurrir a menudo, salíamos y entrábamos uno a uno hasta que les resultaba bien la cuenta. En cada cuadra, según queda dicho en otro lugar, dormíamos una treintena de reclusos, sobre los tablados que nos servían de lecho. Como era aún temprano para acostarse, mis compañeros se pusieron a trabajar cada cual en su especialidad. Además del inválido de que he hablado, que dormía en nuestra cuadra y representaba, durante la noche, a la autoridad del penal, había en cada sala un cabo de varas, elegido por el director entre los que se distinguían por su...
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