Miguel Strogoff: Segunda Parte: Capítulo IX

En la estepa Miguel Strogoff y Nadia estaban, pues, libres y solos una vez más, como lo estuvieron durante el trayecto desde Perm hasta las orillas del Irtyche. ¡Pero cómo habían cambiado las condiciones del viaje! Entonces, una confortable tarenta con sus caballos frecuentemente cambiados y abundantes paradas de posta bien surtidas les aseguraban la rapidez del viaje. Ahora iban a pie y ante toda imposibilidad de procurarse medios de locomoción, sin recursos e ignorando de qué modo podrían subvenir a sus más elementales necesidades. ¡Y todavía les quedaban cuatrocientas verstas de viaje! Además, Míguel Strogoff no veía más que a través de los ojos de Nadia. En cuanto a ese amigo que les había dado el destino, acababan de perderle en las más funestas circunstancias. Miguel Strogoff se había dejado caer sobre uno de los lados del camino y Nadia, de pie, esperaba una palabra de él para reemprender la marcha. Eran las diez de la noche y hacía tres horas y media que...

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