Miguel Strogoff: Segunda Parte: Capítulo VI
Un amigo en la gran ruta
Media hora después, Miguel Strogoff y Nadia habían abandonado la ciudad de Tomsk.
Un cierto número de prisioneros pudo escapar aquella noche de manos de los tártaros, porque oficiales y soldados, embrutecidos por el alcohol, habían relajado inconscientemente la severa viligancia mantenida en el campamento de Zabediero y durante la marcha del convoy.
Nadia, después de ser conducida con los demás prisioneros, pudo huir y llegar al anfiteatro en el momento en que Miguel Strogoff era conducido a presencia del Emir.
Allí, mezclada entre la multitud, lo había visto todo, pero no se le escapó un solo grito cuando el sable, al rojo vivo, pasó ante los ojos de su compañero. Tuvo la fuerza suficiente para permanecer inmovil y muda. Una providencial inspiración le dijo que reservara su libertad para guiar al hijo de Marfa Strogoff a la meta que había jurado alcanzar. Su corazon, por un momento, dejó de latir cuando la vieja siberiana cayó desmayada, pero...
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