Narváez : 11
Narváez Capítulo XI de Benito Pérez Galdós Madrid, 22 de Noviembre.- Me parece mentira que puedo consagrar un rato al desahogo de estas Confesiones, en lugar seguro, lejos de la inspección y vigilancia de mi mujer, de mis suegros y de toda la ilustre familia con quien vivo, tratado como príncipe, regalado hasta el mimo, pero sin libertad. No debo quejarme, pues los bienes que Dios derrama generoso sobre mí aligeran la cadena de oro que arrastro, reduciéndola, fuera de contadas ocasiones, al peso y tensión de un cabello. No me quejo; voy muy a gusto en este gallardo machito: en mi casa me aman, y tienen de mí la más alta idea; en sociedad me veo rodeado de consideraciones; el respeto me sigue, la admiración me acompaña, y el dorado vulgo me rinde homenajes que en mi vida de célibe nunca pude soñar. A mi nombre va unida, con el flamante título que ostento, la idea de sensatez; pertenezco a las clases conservadoras; soy una faceta del inmenso diamante que...
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