Realidad: 41

Realidad de Benito Pérez Galdós Escena III INFANTE; AUGUSTA. INFANTE.- (Acercándose a la primera puerta de la derecha.) Si se habrá acostado... AUGUSTA.- (Sale cautelosamente, envuelta en una cachemira, en actitud doliente.) ¡Ah!, Manolo... gracias a Dios que vienes... INFANTE.- Estuve a prima noche; pero dormías, y no quise molestarte... ya puedo darte la seguridad que deseas... Todo arreglado. AUGUSTA.- ¿Has hablado con ellas? INFANTE.- Sí; y he recompensado con largueza, como deseabas, la noble conducta que observaron contigo. AUGUSTA.- ¡Pobrecillas! Nunca les agradeceré bastante aquel acto de compasión y generosidad. Me conocían, sí... Comprendieron los peligros de mi presencia en aquella casa, y me encerraron no sé dónde... en un cuarto lóbrego y estrecho... ¡Qué instantes, Manolo, qué horas! No sé cuánto tiempo estuve allí... Desde mi encierro, oí el tumulto de los vecinos, de la policía al invadir la casa... Dios me inspiró la idea...

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