Rompenieves
Rompenieves de Hans Christian Andersen Era invierno, el aire frío, el viento cortante, pero en el hogar se estaba caliente y a gusto, y la flor yacía en su casita, encerrada en su bulbo, bajo la tierra y la nieve. Un día llovió, las gotas atravesaron la capa de nieve y penetraron en la tierra, tocaron el bulbo y le hablaron del luminoso mundo de allá arriba; poco después, un rayo de sol taladró a su vez la nieve y fue a llamar a la corteza del bulbo. -¡Adelante! -dijo la flor. -No puedo -respondió el rayo de sol-. No tengo bastante fuerza para abrir. Hasta el verano no seré fuerte. -¿Cuándo llegará el verano? -preguntó la flor, y fue repitiendo la misma pregunta cada vez que llegaba un nuevo rayo de sol. Pero faltaba aún mucho para el verano. El suelo estaba cubierto de un manto de nieve, y todas las noches se helaba el agua. -¡Cuánto tarda, cuánto tarda! -se lamentaba la flor-. Siento un cosquilleo, no puedo estar quieta, necesito estirarme, abrir, salir afuera,...
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