LA juventud de Dante debió ser frugal y estudiosa. Que fue siempre lector obsesivo se deduce de sus propios escritos, y con enorme capacidad de concentración, hasta el punto de que, años después, leyendo en una tienda un libro del que le habían hablado, no se enteró de que al lado se estaba celebrando un festejo ciudadano con mucha música y baile y graciosas damas y caballeros. Asimismo da noticia de una dolencia que tuvo en los ojos a causa de exceso de llanto y de lectura y de la que él mismo se curó lavándoselos cuidadosamente, y también de cómo su mujer acabó habituándose a su costumbre de quedarse leyendo hasta muy avanzada la noche.
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