XI. Lugar y Tiempo Para Reflexionar. La Carta De Jamaica

Introducción

CARTAGENA y Nueva Granada se hallaban entonces en un completo estado de confusión, y no habrían podido ofrecer ninguna ayuda hasta tanto lograran cierta estabilidad. Por tanto, Bolívar se dedicó primero a la obra de restablecer el orden en Nueva Granada. Durante cierto tiempo se puso al frente del ejército esperando poder controlar la situación, pero las miserables rivalidades y los celos le privaron de ayuda concreta por parte de la población. Su situación era muy insegura, y podía ser destituido en cualquier momento. Finalmente, se le acusó de impedir la unificación del país, y se vio obligado a apoyar a una y a otra facción con la esperanza de obtener más ayuda. De esta manera, él mismo se convirtió en causa de la formación de nuevas facciones, pues surgieron agrupaciones tanto para apoyarle como para atacarle. En respuesta a las críticas que se le hacían, diría ante los miembros del gobierno civil de Cartagena: «Para juzgar de las revoluciones y de sus actores, es menester observarlos muy de cerca y juzgarlos muy de lejos. ¿Podré yo dar oídos a la venganza y hacerme sordo a la voz de la razón? ¿Cómo he de desear yo marchitar los laureles que me concede la fortuna en el campo de batalla, por dejarme arrastrar, como una mujer, por pasiones verdaderamente femeninas? Esos señores quieren que mi ejército perezca: mi ejército lo desea pero es con gloria en el campo del honor, combatiendo contra los enemigos, si me dan auxilio, o contra los traidores si me lo niegan».

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