Introducción El hecho de que los recursos sean escasos hace que, una vez han sido éstos aplicados a un fin, se pierda la posibilidad de utilizarlos en el logro de los otros. La alternativa existente en la aplicación de recursos hace que se hable de costes alternativos o de oportunidad. En muchas ocasiones, entre las diversas alternativas no son elegidos los costes de oportunidad óptimos. En ello influyen diversos factores: 1) que los precios de los factores utilizados, por depender de empresas monopolísticas u oligopolísticas, no reflejen realmente sus costes; 2) que los costes mínimos para una empresa pueden no serlo para el conjunto de la sociedad, y 3) que frecuentemente es muy difícil establecer con exactitud y claridad la magnitud de las diversas alternativas. Los costes de producción son el valor de los recursos utilizados en la obtención de un producto. La función de costes está integrada por los costes fijos y los costes variables. Los costes fijos o constantes son aquellos que no varían al hacerlo la cantidad producida. Son costes fijos, por ejemplo, el edificio de la empresa o los bienes de equipo. El hecho de que un coste sea fijo o variable depende estrechamente del período de tiempo considerado. A largo plazo, todos los costes son variables por depender del volumen de producción. Así, si una empresa ve aumentar su producción, tendrá, naturalmente, que edificar una nueva planta o adquirir nueva maquinaria. En resumen, pues, la distinción entre coste fijo y variable sólo existe a corto y a medio plazo. El coste variable será siempre el que depende de la variación de la producción: por ejemplo, la cantidad de madera utilizada en una fábrica de muebles. La función de costes es la resultante de la adición de los costes fijos y variables, y tiende a crecer muy rápidamente en una primera fase para estabilizarse después; a partir de un determinado volumen de producción, denominado “óptimo de producción”, vuelve a aumentar rápidamente.