En 1146, Pedro de Atarés, señor de Borja (provincia de Zaragoza), donó unas heredades al abad del monasterio cisterciense francés de Scala DeI (diócesis de Tarbes) para que fundara el que a la postre fue el primer cenobio cisterciense de todo el reino de Aragón. Los primeros monjes se asentaron en el actual solar que ocupa el monasterio en 1171, seguramente al poco de iniciarse sus obras, ya que en 1173 se consagraban dos capillas de la girola.
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