Provincia de Teruel

Geografía

El río Matarraña a su paso por la garganta del Parrizal.

La mayor parte del solar provincial se encuentra dentro del sector centro-oriental de la Cordillera Ibérica, aunque en su extremo NE. conecta con la Cordillera Costera catalana y la franja septentrional pertenece ya a la Depresión del Ebro. Su rasgo definitorio principal es, pues, la gran diversidad paisajística derivada de los peculiares rasgos geográficos turolenses. Desde el punto de vista topográfico, las áreas más elevadas se localizan en las sierras meridionales y orientales de la prov., donde las cotas de Javalambre y Gúdar culminan a unos 2.020 m de alt. Por otra parte, el 62% del territorio se encuentra a una altitud superior a 1.000 m, y forma en general paisajes suavemente amesetados y con desnivelaciones poco marcadas, salvo en algunas profundas incisiones fluviales. El relieve queda articulado por varias depresiones de origen tectónico, sit. en torno a los 1.000 m de alt., que separan e individualizan los diferentes macizos montañosos. Hacia el N., en cambio, en las sierras marginales del Bajo Aragón, la topografía se va escalonando paulatinamente hasta los 400 m del fondo de la depresión del Ebro. Se trata de un territorio geológicamente muy variado y con una notable riqueza paleontológica. Afloran desde rocas que se remontan al corazón del Paleozoico –cuarcitas y pizarras de los macizos de Cucalón, Menera y Tremedal, entre otros–; hasta potentes series mesozoicas, fundamentalmente carbonatadas y depositadas en los mares que, tras la orogenia herciniana, bordearon el macizo meseteño, y que se convirtieron con el tiempo en cadenas alpinas de plegamiento y fractura –sierras de Albarracín, Javalambre, Gúdar, Maestrazgo, San Just, etc.–. También se hallan representados los materiales terciarios, detríticos y lacustres, que se acumularon en depresiones de carácter continental, como la propia del Ebro, las de Daroca–Montalbán y Alfambra–Teruel y las pequeñas cuencas del Bajo Aragón, generadas por la tectónica distensiva alpina, aunque no falten significativas formaciones cuaternarias. Por otra parte, hay que señalar la existencia de importantes recursos minerales, entre los que destacan las reservas de mineral de hierro de sierra Menera, las áreas lignitíferas del centro-norte de la prov. y las explotaciones de arenas caoliníferas y de arcillas refractarias. De todo ello resulta que el paisaje geomorfológico turolense se caracterice por una gran diversidad, motivada por las variadas estructuras geológicas que lo configuran y por el modelado impuesto por los agentes erosivos bajo condiciones bioclimáticas bastante contrastadas. Entre las geoformas destacan las extensas y bien conservadas superficies de erosión de edad terciaria, que arrasan las sierras alpinas dotándolas de este carácter de altiplano, evidente en las cumbres de Gúdar, Javalambre o el Maestrazgo. Otro de los modelados típicos deriva de la gran extensión que ocupan las rocas solubles calcáreas, y se identifica con relieves cársticos, caracterizados por depresiones cerradas, dolinas y poljés, como en Albarracín o en la zona de Gúdar-Javalambre, y por galerías subterráneas, cuyo máximo exponente es la cueva de las Graderas (Molinos), con sus magníficos espeleotemas. Las áreas deprimidas, rellenadas por materiales terciarios horizontales y surcadas por los principales cursos fluviales, presentan una morfología en graderío, con muelas, glacis y terrazas fluviales que aportan buenos suelos de cultivo. En las cumbres, la acción de procesos periglaciares ligados a las etapas más frías del Cuaternario ha dado lugar a acumulaciones tan espectaculares como los extensos ríos de bloques del macizo del Tremedal.

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