Proyección exterior de la Constitución de 1812

21/02/2019 25.528 Palabras

La Revolución de 1820. La España constitucional Después de las sublevaciones o tentativas de sublevación que se remontan a 1814, y que sería largo de enumerar, estalló el 1 de enero de 1820, en el pueblo de Cabezas de San Juan, la acaudillada por el coronel Riego. El complot se fraguó en el seno del cuerpo de expedicionarios que habían de partir a América para apaciguar aquellas tierras. Rafael Riego, creyendo más importante proclamar la Constitución de 1812 que conservar el imperio español, recorrió toda Andalucía proclamando la Constitución de Cádiz, la Sagrada, como la llamaban sus adeptos, o la Niña Bonita, según habían de decirle, por mofa, los que no la querían mucho. Gracias a los movimientos de Galicia y Zaragoza a favor de la Constitución de 1812, el pronunciamiento de Riego y Quiroga triunfó. Federico Suárez señala, de entre muchos, los tres siguientes factores que coadyuvaron a la revolución de 1820: la desorientación del gobierno, la acción de la masonería y, finalmente, el hecho de que no hubiera término medio para el Ejército que embarcarse para ultramar o sublevarse. Vicens Vives afirma que la revolución de 1820 fue un triunfo, en primer lugar, «de las apetencias personales de algunos jefes militares; luego, de las sociedades secretas que los apoyaban; también del oro americano, hecho circular oportunamente por emisarios argentinos para disgregar la fuerza del cuerpo de ejército expedicionario que se había reunido en Andalucía, con el intento de sofocar el movimiento emancipador de América del Sur; triunfo, en último extremo, aunque quizá el más ponderado, de la libertad». Las clases burguesas acogieron con agrado el retorno de los hombres de 1812, especialmente la burguesía mercantil, pues estimaba que sólo dentro de un orden constitucional podía tener mayor libertad de acción en el manejo de sus haciendas y en la fiscalización de los gastos del Estado.

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