La Gioconda
Uno de los más celebrados cuadros de Leonardo da Vinci, realizado entre 1503-1506 y considerado como el más famoso de la pintura universal. La Gioconda o La Mona LisaAutorLeonardo da VinciUbicaciónMuseo del LouvreEstiloRenacimientoTécnicaPintura al óleo sobre tabla de álamolongitud77 cmanchura53 cmciudadParís Características generales Pintado sobre tabla, mide 0,77 × 0,53 m. Es el retrato, de medio cuerpo, de Monna Lisa, bella dama de unos 30 años de edad, que fue la esposa de un funcionario florentino llamado Francesco di Giocondo. Hay quien, tiempo atrás, la identificó con Constanza Dávalos, duquesa de Francavilla, española, a quien Carlos I de España dio el título de princesa y que fue gobernadora de Ischia. Pero la opinión más universal reconoce en el cuadro a Monna Lisa. La pintura, un óleo sobre tabla, representa a una dama sentada con las manos cruzadas y apoyadas sobre el brazo del sillón; la figura se recorta sobre un fondo paisajístico amplio y sombrío, de rocas y riachuelos. El retrato de Monna Lisa, de espléndido naturalismo en su actitud, tan fácil y apropiada, constituye un gran descubrimiento formal del arte del Quattrocento: la postura clásica de la media figura —posición erguida, colocación de cuerpo y brazos— que se repetirá durante siglos. La belleza de la dama reside, más que en la corrección de sus facciones —nariz larga y fina, ojos entornados—, en la vacilante semisonrisa de sus labios, una expresión dulce y sonriente, que proporciona al rostro un “no sé qué” misterioso, enigmático y ambiguo, que ha merecido las más enfervorizadas admiraciones y las más sutiles interpretaciones sobre el momento psicológico del pintor y de la retratada. Algunos autores ven en ella la herencia gótica de las reinas y santas de Reims o Naumburgo; para otros, es comparable a los korai griegos o las figuras de los sarcófagos etruscos, y hay también quién ve en ella la enigmática dulzura de las representaciones búdicas. La pintura está aplicada con gran delicadeza y suavidad, con tonalidades muy difuminadas y matizadas, que proporcionan el característico sfumato leonardesco. Historia La Gioconda gozó de la admiración de los artistas contemporáneos de Leonardo. Existen numerosas copias de la obra, algunas del siglo XVII —entre ellas, guarda una el Museo Nacional del Prado—, y ha sido fuente de inspiración de infinidad de versiones a lo largo de sus más de quinientos años de historia. El original es la joya más popular y preciada del Museo del Louvre de París. Cuando Leonardo marchó a Francia en 1515 llevó consigo el retrato de Monna Lisa, que al parecer fue comprado por el rey Francisco I de Francia, y permaneció en las colecciones reales hasta que, en 1805, Napoleón I Bonaparte la asignó al Museo del Louvre. En 1911 un tal Vincenzo Perugia robó el cuadro y lo llevó a Italia, donde intentó venderlo a un anticuario de Florencia, que le denunció. Antes de devolver el famoso cuadro a Francia, fue expuesto durante breves días en Florencia, Roma y Milán entre el fervor de las interminables riadas de visitantes que deseaban contemplarlo, premonitorias de las muchedumbres que en la actualidad se agolpan diariamente ante la conocida y enigmática imagen expuesta en el Museo del Louvre, intentando descifrar su secreto. 2005, QUINTO CENTENARIO DE LA SONRISA DE LA GIOCONDA En 1503 una joven mujer se sentó frente al atril de Leonardo da Vinci en algún lugar de Florencia. Ni su nombre, ni su edad, ni por qué sonríe han podido ser establecidos con certeza. Leonardo trabajó en este cuadro durante el resto de su vida y la obra pasó de un dueño a otro. Cinco siglos después, La Gioconda es considerada cumbre de la pintura occidental y aún se mantiene el misterio sobre aquella mujer que descorrió el velo oscuro de su rostro, apoyó una mano sobre la otra y se dispuso, sin saberlo, a ser inmortalizada. ¿Qué tiene este cuadro, bastante pequeño,de una mujer de belleza sólo mediana, que seis millones de visitantes acuden anualmente al Museo del Louvre para verlo?. He aquí precisamente el objeto de deseo de miles de investigaciones: esa sonrisa que ha sido reinterpretada por innumerables artistas, desde Salvador Dalí a Andy Warhol, pasando por Fernando Botero, y que tiene más reproducciones que ninguna otra obra conocida. Con motivo de su quingentésimo aniversario –500 años–, La Gioconda será trasladada a una sala de extrema seguridad en el Museo del Louvre en 2005 para evitar cualquier imprevisto. En 1911 la Mona Lisa fue robada y apareció dos años después, en Florencia, para ser devuelta al Louvre en 1914. El retrato, que mide 53 × 77 cm, fue pintado sobre un trozo de madera y representa las dos técnicas que Da Vinci elevó a la perfección: el sfumato y el claroscuro. Pero aparte de su técnica, el magnetismo de la obra radica en su sugestiva ambigüedad. Existen ocho teorías al menos que plantean quién sería esta mujer. La última investigación, publicada en marzo de 2002, dice que sería una cortesana llamada Caterina Storza, a quien sus contemporáneos apodaban La Tigresa, en honor a sus promiscuas costumbres. La opción con más arrastre, sin embargo, es que se trataría de Lisa, la joven esposa del notario florentino Francesco del Giocondo. Giorgio Vasari, el primer biógrafo de Leonardo, establece que Da Vinci hizo para Francesco del Giocondo el retrato de Mona Lisa, su mujer. Según él, la mujer sufría de bruxismo, alopecia, enfermedad de Parkinson y una parálisis del nervio facial, que sería el origen de su enigmática sonrisa. Hay otras explicaciones. Carmen Bambach, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, señala que la sonrisa de la Gioconda representa un ideal de fisonomía y belleza que Leonardo consideraba adecuado para una mujer joven y de su condición social. La profesora Margaret Livingstone, de la Universidad de Harvard, planteó que la célebre sonrisa sólo se ve cuando se mira hacia otras zonas de la pintura, pero desaparece al mirar directamente su boca. Esto explica el misterio de la sonrisa que pintó Da Vinci: sólo se puede ver si se mira a los ojos de la Mona Lisa, o a otra parte de su cara. Según Livingston, "La excepcional calidad de la sonrisa de la Gioconda se explica por el hecho de que está concebida en bajas frecuencias espaciales, y por ello, nuestro sistema visual periférico es capaz de apreciarla mejor". Da Vinci jugó con las sombras producidas por las mejillas para acentuar la boca de la Gioconda, por ello, su sonrisa es más pronunciada cuando miramos hacia sus ojos o hacia el fondo, sin embargo, si miramos directamente a la boca, la sonrisa parece desaparecer. El contrato de trabajo que Leonardo da Vinci firmó es otro misterio del asunto. No hay rastros de él. Por otra parte, Leonardo nunca consintió en separarse del cuadro porque, o jamás concluyó el proyecto, o porque quien quiera que haya encargado el retrato no se sintió satisfecho con el resultado. De esta forma, la imagen de la Mona Lisa acompañó a Leonardo hasta su muerte en 1519. Fuente: Boletín Galería Antiqvaria, Febrero 2003 CB00283579 from bordege on MZE Zoomin
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