Leche

Biología

Secreción de las glándulas mamarias de las hembras de los mamíferos, que contiene todos los materiales nutritivos y todas las sustancias activas necesarias para la alimentación de las crías durante la época inmediatamente posterior al nacimiento y hasta el tiempo en que les resulta posible la ingestión y digestión de otros alimentos. Partiendo de las glándulas (alveolos, lugar en que se forma la leche), la leche fluye a través de unos conductos muy ramificados, y desemboca en unas cavidades (cisternas) situadas sobre los pezones o tetillas. Gracias a una red de vasos sanguíneos y linfáticos, llegan a las glándulas mamarias, procedentes de la sangre materna, las sustancias necesarias para la formación de los principales componentes de la leche (caseína, grasa de la leche y lactosa). Las hormonas de la placenta producen, en primer lugar, el crecimiento de las glándulas mamarias. Tras la expulsión de las secundinas, la hormona lactógena prolactina, de la hipófisis, provoca la formación de la leche. Algunas veces, por efecto de la prolactina del cuerpo de la madre, que puede haber penetrado a través de la placenta en el sistema circulatorio del hijo, los lactantes muestran un marcado flujo de leche (lac neonatorum) durante las primeras semanas que siguen al nacimiento. La secreción de la leche tiene lugar, por lo general, después del parto; sin embargo, es posible que también la provoquen otros factores (secreción «histérica», por ej. en las ratas, por efecto de electrochoque, en los perros por el impulso de amamantar o por la simple mirada a los cachorros; incluso en el hombre con glándulas mamarias desarrolladas de forma anómala, puede tener lugar la secreción de leche a causa del impulso de amamantar). A través de la leche materna, muchos materiales que circulan dentro de la sangre de la madre (por ej., bacilos de la tuberculosis, alcohol, éter, cloroformo, yodo, bromo, cafeína, etc.) se trasladan al lactante. En la mujer, la leche materna sube en el tercer o cuarto día posparto; entonces las hormonas dejan de tener importancia y la producción continuada de leche se mantiene sólo por el estímulo de succión. Durante el período de tiempo inmediatamente posterior al parto se forma el calostro, que contiene inmunoglobulinas (anticuerpos) que protegen al recién nacido contra diarreas, enfermedades víricas gripales y otros trastornos. La leche materna es el alimento natural del lactante; tiene mayor contenido de azúcar y grasa que la leche de vaca, y una menor concentración de proteínas. Las proteínas de la leche inhiben el crecimiento de bacterias intestinales patógenas, y su alto contenido en glóbulos blancos parece que confiere protección contra infecciones víricas. Aproximadamente un 9 % de la población blanca y porcentajes entre el 50 y el 70 % en razas de color no digiere la lactosa de la leche porque, pasada la primera infancia, deja de formar el enzima lactasa; corrientemente, estas personas toleran bien los yogures y el kéfir, que son productos en los que la lactosa se ha transformado en ácido láctico. También suelen digerir los quesos fermentados mejor que los frescos. En la actualidad se preparan sucedáneos de la leche para los bebés que ni siquiera en los primeros meses de vida forman lactasa. Antes, estos niños morían de diarreas a los pocos meses de vida.

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