... a la muerte del rey Carlos IV de Francia en 1328. De entre los posibles sucesores, su sobrino carnal, Eduardo III de Inglaterra, que ostentaba los títulos de duque de Guyena -una región de Aquitania ...
... de los elementos que la integran. Al juntarse el alma con el cuerpo, no por eso se hace carnal y externa, lo mismo que, al contacto con el alma, el cuerpo tampoco se espiritualiza. En la naturaleza ...
... , cuyos ideales de valoración de la mujer, o la sublimación del amor, con claras insinuaciones al amor carnal, entroncan claramente con la filosofía cátara.El catarismo en CataluñaEl catarismo tuvo ...
... desnudos adolescentes que, a la distancia de los siglos, nada han perdido de su explícito atractivo carnal. La trilogía de los maestros franceses del rococó se completa con Jean Honoré Fragonard ...
... Hijo de Dios, el Rey de Israel (Evangelio de San Juan 1,49). Judío marcaba la descendencia carnal; Israel la descendencia espiritual; los que rehúsan ver la gloria de Cristo permanecen judíos, no son ...
... a engendrar hijos y que, por tanto, supone que ambos contrayentes admitan el natural comercio carnal necesario para la concepción de aquéllos. Por lo demás, el matrimonio canónico produce en España ...
... parte, expresa con acento renovado el sentimiento de la patria como una realidad viva, casi carnal. Pero la figura en que culmina ese tradicionalismo en parte biologista es Charles Maurras. La idea ...
... 0585, ISSN-e 2530-3074, Nº 46, 1993, págs. 81-88.• Steve SILBERMAN. “En la tierra carnal: entrevista con Allen Ginsberg”. En Minerva: Revista del Círculo de Bellas Artes, ISSN 1886-340X, Nº. 8 ...
... algún influjo del Bosco, como El capote azul, del Museo de Berlín (1559), La batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, del Kunsthistorischen Museum de Viena y de igual año, Juegos de niños (1560 ...
... romance hasta aquellos versos que dicen:-¡Oh noble marqués de Mantua, mi tío y señor carnal Y quiso la suerte que, cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mesmo lugar ...
... no es menester más que admitirlos, y las hermosas, que hallan tantos que las satisfagan el apetito carnal, hártanse y arrepiéntense, pero las feas, como no hallan nadie, allá se nos van en ayunas ...
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